El miedo

Ya está aquí el texto postergado.

La reflexión que quería hacer tenía que ver con una imagen que el cerebro me devolvió en forma de razonamiento lógico, casi infantil, por la ausencia de referencias a conocimiento adquirido y que por tanto pudiera actuar para matizar la imagen mental.

Se trataba de un documental de esos que hablan de la guerra, en blanco y negro, donde se ven caer bombas desde el depósito que tiene el avión. La visión es curiosa puesto que allá abajo, muy difuminado parece que existe algo, quizá una población donde va a caer esa bomba. Supongo que tantas imágenes de bombas cayendo, nos vuelven un poco insensibles. Se podría decir que alguien que no ha visto caer una bomba es insensible, por naturaleza, a sus efectos.

Pero el razonamiento que surge cuando a continuación se ven los efectos de las bombas, en la siguientes imágenes del documental, ya digo de manera infantil, al ver gente corriendo de un lado a otro buscando refugio, es que es incomprensible que una bomba pueda matar a nadie ¿cómo es posible que alguien avisado, viendo venir a los bombarderos, oyendo las alarmas, pueda ser atrapado por los efectos de una bomba, cuando tienes tanto tiempo para huir, para refugiarte?

Es incredulidad, falta de información, falta de experiencia directa, hace que la idea quede postergada en la mente. Si uno no se esfuerza en entender, en el cerebro solo queda esa marca de incredulidad, esa emoción asociada a algo que no uno no acaba de entender, a pesar de que la intuición te dice que te falta una parte del razonamiento que explica algo que no entiendes. Suele pasar cuando tu cabeza no está en lo que perciben tus sentidos, sino que a la vez está pendiente de otros razonamientos o de otras urgencias que están requiriendo la atención emocional.

Pero volviendo a imágenes mentales que no se entienden, pongo un ejemplo, que esta vez sí me acerca más a la realidad, a la experiencia física que te explica el por qué.

Se trata de la experiencia de un accidente de tráfico. Visto de cerca los efectos de un accidente de tráfico, cuando pasas cerca de uno, sobretodo si este es grave con varios vehículos implicados, caes en la cuenta de manera muy explícita, como el acto de conducir implica un riesgo mortal para los que están en la carretera.

Aquí vemos claramente porqué se produce esta incongruencia, este aparente modo de actuar incoherente que nos lleva a lanzarnos hacia un posible final de nuestras vidas, con tanta naturalidad. Aparentemente. Aquí sí se puede entender lo que ocurre porque es algo del día a día. Cada uno de los conductores que se enfrenta a la carretera día a día, debe enfrentarse al hecho de que las velocidades que alcanzan los vehículos pueden dar como resultado la muerte del conductor o del acompañante si se produce un accidente.

La primera modulación de este razonamiento encaminada a hacer desaparecer el miedo del conductor, es que solo existe riesgo a determinadas velocidades. La siguiente modulación o matización es que si uno conduce con atención es muy difícil que ocurra un accidente. En esta fase ya aparecen las dudas mucho más claras que en la anterior, ya que se ve más claramente que no solo depende de uno, el que ocurra un accidente. Hay más personas, más vehículos implicados. Quizá la tercera modulación o matización llega cuando la razón te dice que no existe demasiado riesgo puesto que los accidentes no son algo tan frecuente. A partir de aquí la forma en que cada uno regula el razonamiento o lo camufla con otras consideraciones, es cosa de cada uno. Nadie puede extrañarse de noticias como esta.

O como esta otra

En este punto quisiera enlazar este razonamiento con el anterior, puesto que no parece que exista mucha relación y quizá parezca traído de una manera forzada.

Diré que el único lazo de unión entre ambos es una emoción de incomprensión, de falta de sentido. Pero la frase clave que une ambos hechos en mi cabeza es la costumbre. ¿Quiero decir que nos acostumbramos a la muerte? No sé si se puede decir así, pero es cierto que si no entendiéramos la muerte como algo que está relacionado con la vida, nos costaría mucho vivir.

Pero lejos de justificar cualquier causa que esté relacionada con la muerte, pretendo dar un razonamiento más que matiza la idea de la costumbre. A estas alturas a la mayoría no le hace falta mayor explicación. Pero si uno sigue sin ver, si uno sigue en la oscuridad porque no tiene ganas de ir a buscar la luz, yo se la traigo.

Pese a todo, la vida sigue. Pese a los bombardeos la vida sigue. En la medida de lo posible.¿Cómo evoluciona el miedo cuando uno vive rodeado de bombardeos constantes? eso es algo que solo pueden decirlo quienes hayan vivido esa realidad. ¿Cómo evoluciona el miedo ante los accidentes de tráfico? si uno no se ha enfrentado a ninguno grave, ni se encuentra habitualmente en carretera, probablemente lo tenga muy dormido dentro de su conciencia.

Esta pequeña reflexión podría extenderse a multitudes de situaciones del día a día que requerirían razonamientos parecidos. Pero por hoy queda aquí.

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